El mundo empresarial era bien conocido por el Padre Bernaola, y no por simples referencias. Antes de ingresar en la Compañía de Jesús estuvo en México, como adjunto a la dirección en una fábrica de tejidos; más adelante, al enfermar su padre, tuvo que regresar a Marquina, donde ocupó el cargo de director-delegado del Banco de Vizcaya y la representación de la Tabacalera. Pasó después, en San Sebastián, a ocuparse de un negocio de coloniales al por mayor, constituyendo una sociedad con un compañero de la universidad.
Conocía también a los jóvenes alumnos, pues una de sus muchas ocupaciones fue la de dirigir el colegio mayor universitario desde 1944 a 1949, siendo ya miembro de la Compañía. Se ha dicho del P. Bernaola que "lo era todo", y entre sus peculiaridades destacaba el resultar un archivo viviente que recordaba, sin necesidad de fichas, las características de sus licenciados, lo que le servía para encaminarlos al mejor desarrollo de su profesión. Era también el "perfecto agente", que proporcionaba a las empresas la persona adecuada para cubrir las necesidades que en cualquier momento se les presentaban. Como indicaba Adrián Celaya "el padre Bernaola nos ha dado la lección de saber adaptarse y evolucionar".
Luis Bernaola no era solo "el Jefe", y esto lo fue de verdad como la mayoría de "sus chicos" podrían contestar. Fue también un auténtico servidor de sus alumnos, tanto durante la época que pasaban en Deusto realizando sus estudios, como, de modo especial, cuando ya licenciados se enfrentaban a la actividad empresarial. El Profesor pasaba a ser el consejero o amigo fiel, que ocupaba un principal lugar entre la propia familia.